Monday, September 25, 2006

Ejercicio

1-Ir hasta la biblioteca.
2-Detectar el estante menos frecuentado.
3-Elegir ese ejemplar que duerme desde hace 7, 9, 11 años.
4-Registrar rastros personales: "Febrero, 1998. Flor", la caligrafía desencajada de siempre.
5-Volver sobre las frases subrayadas, las páginas señaladas con un doblez en la esquina, los párrafos ornamentados con asteriscos, signos de exclamación y otros mamarrachos.
6-Leer en voz alta: "Yo no sé de pájaros, no conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad debería tener alas".
7-Reencontrarme con la que fui hace unos años.

Sunday, September 24, 2006

The soundtrack of my last days









Un fin de semana para dedicarme esta canción. Algo de desanimo, sí. Pero lo llevo con elegancia.




Your sorry eyes; they cut through bone
They make it hard to leave you alone
Leave you here wearing your wounds
Waving your guns at somebody new
Baby you're lost
Baby you're lost
Baby you're a lost cause
There's too many people you used to know
They see you coming they see you go
They know your secrets and you know theirs
This town is crazy; nobody cares
Baby you're lost
Baby you're lost
Baby you're a lost cause
I'm tired of fighting
I'm tired of fighting
Fighting for a lost cause
There's a place where you are going
You ain't never been before
No one left to watch your back now
No one standing at your door
That's what you thought love was for
Baby you're lost
Baby you're lost
Baby you're a lost cause
I'm tired of fighting
I'm tired of fighting

(Beck - Lost cause)

Saturday, September 23, 2006

Biografía del hambre


Por Amélie Nothomb

El sueño de los físicos consiste en lograr explicar el universo a través de una única ley. Al parecer, resulta muy difícil. Suponiendo que yo sea un universo, me rijo por esta única ley: el hambre.
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Conviene precisar, además, que mi hambre debe entenderse en su sentido más amplio: si sólo se hubiera tratado de hambre de alimentos no habría sido tan grave. ¿Pero existe realmente eso de tener sólo hambre de alimentos? ¿Existe un hambre de estómago que no sea indicio de un hambre generalizada? Por hambre yo entiendo esa falta espantosa de todo el ser, ese vacío atenazador, esa aspiración no tanto a la utópica plenitud como a la simple realidad: allí donde no hay nada, imploro que exista algo.
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El hambre es deseo. Es un deseo más amplio que el deseo. No es voluntad, que es una forma de fuerza. Tampoco es debilidad, ya que el hambre no conoce la pasividad. El hambriento es un ser que busca.
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Los seres que nacieron saciados -hay muchos- nunca conoceran esa angustia permanente, esa espera activa, esa febrilidad, esa miseria que despierta día y noche. El hombre se construye a partir de lo que ha conocido en el transcurso de los primeros meses de vida: si no ha experimentado hambre, será uno de los raros elegidos, o de esos raros malditos que no edificarán su existencia en torno a la carencia.
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Si Nietzsche hablaba de superhombre, me autorizo a hablar de superhambre. Superhombre no lo soy; superhambrienta lo soy más que nadie.
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A menudo, la vieja oposición entre cantidad y calidad es tremendamente estúpida: el superhambriento no sólo tiene más apetito, tiene sobre todo apetitos más difíciles. Existe una escala de valores en la que lo más genera lo mejor: los grandes enamorados lo saben, los artistas obsesivos también. La cima de la delicadeza tiene a su mejor aliado en la sobreabundancia.
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"Demasiado dulce": la expresión me parece tan absurda como "demasiado bonito" o "demasiado enamorado". No existen cosas demasiado hermosas: sólo existen percepciones cuyo apetito de belleza es mediocre. Y que no me vengan con el barroco opuesto a lo clásico: aquellos que no ven la sobreabundancia que explota en el mismísimo corazón del sentido de la medida tienen una percepción muy pobre.

Maybe me

Adoro las clasificaciones, sobre todo cuando son tan ridículamente imperativas y arbitrarias como excluyentes. O sos una cosa, o sos la otra. Hace poco leí que existen dos clases de personas: las que tienen ventanas a la calle y las otras, las que jamás levantaron la persiana. Las primeras son gente de mundo, están al tanto de las últimas novedades del conflicto en Medio Oriente, pueden hablar largas horas sobre el movimiento dadaísta, o debatir sobre los próximos desafíos de la banca mundial. No importa cuales sean sus materias, ni su ideología, ellos saben de lo suyo, se han interesado, han estudiado, han reflexionado, tienen que decir sobre algo que los excede a sí mismos. En cambio, las otras personas se manejan con un caudal de información sobre el mundo que los rodea infinitamente más limitado, digamos, lo justo para la supervivencia. Es que el fuerte de su capital intelectual lo han invertido en si mismas. Después de haber desmenuzado obsesiones, angustias, miedos, entre otras expresiones del aparato psíquico, pueden decir que saben quien son. Y aunque con eso no tengan garantía de ningún tipo de éxito personal tienen un talento especial para radiografiar su naturaleza más recóndita y por qué no, la de los demás. Justamente en esta parte viene a cuento el link con mi persona. Es que a veces odio que mi mente se parezca tanto a un oscuro departamento interno de dos por dos, al que le taparon hasta el último aireluz: básicamente, un lugar no apto para claustrofóbicos. Al fin y al cabo, a quién sino a un narcisista grave se le ocurriría hablar de sí mismo en un blog? A mí? Maybe.