Monday, December 25, 2006

De placeres


Recién pasé por el blog de Naoko y me encontré con el relato de una conversación que mantuvimos con ella y otra amiga hace poco, sobre la manía daydreamer que tenemos en común. Entonces me acordé de este texto que escribí hace unos seis años para una columna de Página12 llamada Sobre gustos... La idea era que los lectores enviaran sus escritos sobre aquellas cosas que les causaban placer. Así que yo abordé una técnica de supervivencia que sigo ejercitando con mucho éxito por estos días.

Soñar despierto

Hacer la gran Houdini con la realidad, fugarse, desprenderse, evadirse, asociarse a un mundo más amable. "Confort instantáneo para egos aplastados", diría el aviso. Y yo sería la promotora de las conveniencias de este sueño dirigido de la vigilia, que nos evita el tedio de la rutina y los estorbos del inconsciente desatado durante la somnolencia.
Sueños tórtolos (rosaditos, como de peluche berreta), voluptuosos, hedonistas, licencias de la represión que hacen más llevaderos esos largos episodios en que la vida adquiere el dinamismo de un filme iraní. Los defiendo como un derecho irrebatible aunque me lleguen reproches por autista e individualista indolente. No son más que habladurías de quienes no distinguen la indiferencia del instinto de conservación.
Al fin y al cabo, sólo se trata de expresiones ingenuas, caricias de bienestar que uno se da. Un buen espacio para las revanchas personales. Así es que puede verse a los soñadores por el mundo, hablando solos, rebatiendo con ironía a ese interlocutor (ahora imaginario) que no supieron refutar en la realidad. Y ellos, los imperfectos, tienen su minuto de gloria en que derrotan con agudeza y altura al más grande de sus fantasmas tangibles. Un contento portátil, justiciero, inocente y efímero. ¿Acaso hay quien se atreva a negarme el placer de ser yo y las múltiples versiones de mí que esta manía me permite?
Soy la mala, soy la santa, soy la loca y la heroína, la más reventada, la más digna, soy la chica a la que le escribieron la canción. Definitivamente, lo mío es una esquizofrenia lúdica. "Si este mundo se empecina en desterrarme la alegría, más vale que me imagine una", pienso, mientras me voy cantando bajito: "...nothing is gonna change my world..."

1 Comments:

At 8:10 PM , Blogger cecilia said...

excelente texto que, obviamente, comparto al 100% y más últimamente, que las cuestiones reales no me sonríen... claro que ahora estoy luchando por bancarme la realiadad -y hasta cambiarla-, que por seguir aferrándome a eso que invento y me lastima.
te quiero mucho.

 

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